"Explorando el mundo a través de la pluma y la poesía"
Publicado el 22 de Diciembre de 2024
Montjuïc, noche de corazas rotas y espadas desenvainadas.
En el minuto 96, Alexander Sorloth desató el delirio rojiblanco con un zarpazo letal que selló la remontada (1-2) del Atlético de Madrid sobre el FC Barcelona. Una victoria que, además de darle el liderato a los de Diego Pablo Simeone, asestó un golpe devastador al equipo de Hansi Flick, que encadena ya demasiados naufragios.
La batalla fue de desgaste, como las novelas de tiempos lejanos donde la resistencia y la fe eran armas tan poderosas como la espada misma. Con el lema del “nunca dejes de creer” ondeando en lo más alto, Simeone se anotó su primera victoria en feudo azulgrana. No sin sufrimiento, porque el Barça fue dueño del campo y de la pelota, pero incapaz de doblegar la armadura de un Atlético que supo esperar su momento.
El choque empezó con el Barcelona dictando las reglas del juego. Pedri, una sinfonía de pases y visiones, se encargó de poner orden en medio del caos. A la media hora, el canario perforó la meta de Oblak tras combinar con Gavi en una jugada de manual. Era un 1-0 justo, que premiaba el dominio azulgrana, pero dejaba una inquietud en el aire: el Atlético, aun en silencio, no había dicho su última palabra.
De la mano de Pedri, pero sin colmillo
El segundo tiempo empezó como una obra a medio pintar, con un Barça empeñado en ampliar su ventaja y un Atlético agazapado, acechando la oportunidad. Fermín, el joven valiente que ocupó el hueco de Lamine Yamal, tuvo en sus botas la sentencia, pero Jan Oblak, coloso de mil batallas, frustró sus intentos. Raphinha acarició el segundo con un remate al larguero, pero cuando los azulgranas más apretaban, llegó el golpe del Atleti.
Fue Rodrigo de Paul quien, aprovechando un error fatal de Marc Casadó, puso el 1-1 en el marcador. La contra rojiblanca, un arte perfeccionado por Simeone, mostró una vez más su mortífera eficacia. Desde entonces, el partido se transformó en un asedio azulgrana, pero con una defensa rojiblanca que recordó las mejores epopeyas de resistencia.
Sorloth, el verdugo inesperado
Cuando el empate parecía sellado, Sorloth escribió el epílogo. Fue una contra, un último suspiro que terminó con el noruego celebrando ante un Montjuïc incrédulo. El Atlético volvió a demostrar que sabe sobrevivir a tormentas, embestidas y mares revueltos, y que en la última ola siempre aparece alguien para guiar el barco.
Con esta victoria, los de Simeone se colocan líderes con 41 puntos, dejando atrás a un Barcelona que acumula solo cinco puntos de los últimos 21 y ve cómo el Real Madrid, aún con un partido menos, también amenaza con pasarle por encima. La crisis azulgrana se agudiza, mientras en Madrid, el Atlético cierra el año con un regalo que sabe a gloria.
Esta noche Montjuïc vivió honor, sangre y traición deportiva. El Barça, con su arsenal, fue más estético que eficaz. El Atlético, curtido en mil batallas, volvió a mostrar que en el fútbol, como en la vida, lo que importa no es tanto dominar el terreno, sino saber dar el golpe justo en el momento preciso.
JMG