"Explorando el mundo a través de la pluma y la poesía"
BATALLA CON FINAL FELIZ EN MONTJUIC
Publicado el 25 de Agosto de 2024
En una noche donde Montjuic se acercó a revivir los viejos tiempos del Camp Nou, el Barcelona se impuso al Athletic Club con más sudor y orgullo que brillantez, en un duelo que puso a prueba su carácter. El conjunto vasco, que últimamente se ha ganado con creces la antipatía del barcelonismo con el ‘caso Nico Williams’, que incluso en la previa declinó la comida de directivas, exhibió un futbol áspero y conservador, apostando la victoría a los errores del Barça, pero acabó sucumbiendo por 2-1 ante un Barça que, liderado por su joven generación, supo imponer su ley.
No fue un paseo. Hansi Flick introdujo un cambio inesperado dejando en el banquillo a Casadó, clave en la victoria de la jornada anterior en Mestalla, para dar entrada a Pedri como interior. El canario, más adelantado de lo habitual, formó junto a Raphinha un mediocampo que buscaba dinamismo y juego vertical. Pero el verdadero protagonista, desde el pitido inicial, fue Lamine Yamal. Apenas un adolescente, pero ya un referente ofensivo, se encargó de sacudir un partido trabado por la permisividad del árbitro Gil Manzano, un viejo conocido de la parroquia azulgrana cuya actuación volvió a estar a la altura de su fama.
El Athletic, fiel a su estilo conservador cuando visita Barcelona, se limitó a presionar arriba y encomendarse a Nico Williams, quien puso en apuros a la defensa culé cada vez que recibía un balón largo. Pero fue el Barça el que golpeó primero. Lamine Yamal, imparable pese a los constantes golpes, recogió un rechace en la frontal y, tras un recorte seco, lanzó un zurdazo preciso que se coló en la porteria rival. Un gol de bandera que recordó a tiempos en los que la cantera azulgrana producía magia con regularidad.
El equipo de Flick dominaba el juego, pero la falta de acierto y la mala suerte impidieron que cerrara el partido en la primera parte. Lewandowski estuvo a punto de aumentar la ventaja tras una jugada brillante que arrancó Lamine y que acabó con un remate del polaco al poste. Y justo cuando todo parecía controlado, el inefable Gil Manzano entró en escena. Un resbalón fortuito de Cubarsí fue interpretado como penalti, a instancias del VAR, y Sancet no perdonó, celebrando el gol con una provocación más digna de un barrio de tabernas que de un campo de fútbol.
El segundo tiempo fue un monólogo del Barcelona. Pedri tomó el control del juego, moviendo el balón con criterio y temple. Los de Bilbao se vieron acorralados, limitándose a despejar balones y a buscar alguna contra aislada. Pero el Barça ya estaba lanzado. Lewandowski, al que la madera le había negado el gol en dos ocasiones, finalmente vio recompensado su esfuerzo. En el minuto 75, tras una combinación exquisita entre Pedri y Raphinha, el delantero polaco ajustó su disparo al palo, asegurando un triunfo merecido.
El Athletic terminó el partido con la impotencia por bandera, dejando una imagen triste con una entrada brutal de Ander Herrera sobre Cubarsí que no hizo más que confirmar la derrota moral del equipo vasco. Montjuic despidió al Barça con una ovación cargada de orgullo, consciente de que, aunque todavía quedan cosas por ajustar, la esencia competitiva del equipo sigue intacta.
El Barcelona sigue caminando por una senda llena de obstáculos, pero con jóvenes como Lamine Yamal y veteranos como Lewandowski tirando del carro, parece decidido a no rendirse. La victoria de hoy es solo un paso más, pero uno que deja claro que, cuando se trata de luchar, este equipo no se achica.
JMG