"Explorando el mundo a través de la pluma y la poesía"
FIESTA EUROPEA
Publicado el 1 de Octubre de 2024
La noche en Montjuïc comenzó como tantas otras en las grandes gestas europeas, con ese ambiente expectante, mezcla de nostalgia y orgullo. El Barcelona, que necesitaba más que nunca arrancar con firmeza en la Champions League, se dio un festín a costa de un Young Boys que parecía más un sparring que un rival de verdad. Fue una victoria clara, con un 5-0 que podría haber sido más amplio de no ser por el arquero suizo y una cierta relajación del Barça tras el cuarto gol. Pero entre goles, retornos esperados y destellos de talento, la historia de la noche no fue solo el marcador, sino el regreso del tulipán, Frenkie de Jong, entre aplausos, y un Ansu Fati que poco a poco comienza a recuperar protagonismo.
Los primeros compases del partido parecían anunciar una noche tranquila, pero no exenta de trabajo. El Young Boys, ordenado en defensa pero limitado en sus recursos, plantó cara durante los primeros minutos, mientras el Barça tanteaba su juego y buscaba espacios. Lamine Yamal, con esa zurda que corta el aire como un cuchillo, se encontraba una y otra vez con el muro defensivo de los suizos. Pero en el fútbol, como en la guerra, la paciencia es a menudo la mejor aliada.
Tras una jugada de Ferran Torres que atravesó las líneas como una daga, llegó el centro de Raphinha que, si fue centro o tiro, poco importa ya. Lo relevante es que el balón terminó en los pies de Robert Lewandowski, quien no perdona. Era el 1-0, y el telón comenzaba a caer para los suizos.
El Young Boys apenas tuvo tiempo de reponerse cuando Pedri, lúcido y brillante, encontró de nuevo el hueco. En una jugada que bien podría haberse confundido con una partida de bolos, un disparo del canario fue despejado de mala manera, el rebote tocó en otro defensa y, entre cuerpos que caían al suelo, apareció Raphinha para marcar el 2-0. El estadio se levantaba como una ola imparable.
Con el viento ya a favor, el Barça se relajó. Un poco demasiado, quizás, pero suficiente para que Iñigo Martínez, en su estreno como goleador azulgrana, aprovechara un centro de Pedri para poner el 3-0 antes del descanso. La defensa del Young Boys comenzaba a parecerse a una trinchera abandonada.
La segunda mitad fue un trámite que, sin embargo, nos regaló el regreso de Frenkie de Jong. El tulipán volvió a pisar el césped tras su lesión, ovacionado por la afición. Fue Iñigo, de nuevo, quien bajó un balón de córner para que Lewandowski, con la frialdad que le caracteriza, marcara de cabeza el 4-0. Ya no había más partido, pero el espectáculo seguía.
El Young Boys, herido en su orgullo, tuvo un par de intentos a la desesperada. Un disparo al palo de Monteiro y un rechace que Casadó despejó casi sobre la línea fueron los únicos destellos de vida de los suizos. Para entonces, los cambios en el Barça habían enfriado un poco el ritmo, pero quedaba espacio para una última jugada de infortunio: un centro de Balde terminó en autogol de Camara, cerrando el marcador en 5-0.
Montjuïc, en plena fiesta, se acordaba de Iniesta. No era para menos: la leyenda manchega había convocado rueda de prensa ese mismo día, probablemente para anunciar su despedida del fútbol. La grada, en su honor, se llenó de un sentimiento agridulce, pero con la satisfacción de una victoria más que merecida.
JMG