"Explorando el mundo a través de la pluma y la poesía"
Publicado el 15 de Diciembre de 2024
La noche del domingo en Montjuïc quedará marcada como un capítulo sombrío en la temporada del Barcelona, un partido donde lo impensable se hizo realidad. El Leganés, modesto y práctico, se llevó un triunfo legendario tras adelantarse en el minuto 3 con un impecable cabezazo de Sergio González. Bastó un córner y una defensa azulgrana desorientada para inclinar la balanza. A partir de ahí, los visitantes levantaron un muro y convirtieron el tiempo en su aliado, mientras Dmitrovic, colosal bajo palos, repelía los tímidos intentos de reacción del equipo local.
El Barcelona afrontaba el encuentro con la oportunidad de distanciarse del Real Madrid, que había empatado la noche anterior, pero la realidad fue otra. Con una alineación que todavía acusa lesiones importantes, el conjunto de Flick se mostró lento, falto de energía e ideas. Sin Lewandowski afinado ni un centro del campo que impusiera su ritmo, la ofensiva blaugrana fue un incesante pero ineficaz asedio.
Las pocas oportunidades claras llegaron en los pies de Lewandowski y Raphinha, pero el polaco, desacertado como pocas veces, no consiguió superar a Dmitrovic en dos ocasiones clamorosas. En una primera mitad gris, ni siquiera el talento eléctrico de Lamine Yamal logró cambiar la dinámica, más allá de un regate y un disparo que se marchó alto.
El descanso no trajo el giro esperado. Aunque el Barça intentó imprimir algo más de intensidad, las líneas del Leganés, cada vez más compactas, se encargaron de desbaratar cualquier intento. Ferran Torres y Fermín López entraron desde el banquillo para revitalizar el ataque, pero los cambios resultaron inofensivos.
El equipo catalán reclamó dos penaltis que nunca fueron, y las acciones decisivas no llegaron. La desesperación aumentaba entre los jugadores y los aficionados, que veían cómo el tiempo se agotaba. En el último suspiro, un disparo de Fermín prometía el empate, pero Dmitrovic volvió a aparecer, reforzando su figura como el héroe absoluto de la noche.
La derrota no solo supone la pérdida de puntos. Es un golpe moral y una llamada de atención para un Barça que, tras un inicio prometedor, parece haber perdido fuelle en momentos clave. En un Montjuïc frío y con poco ambiente, este tropiezo confirma que el equipo necesita recuperar tanto su juego como su confianza.
El Leganés, por su parte, celebrará este partido como uno de los mayores hitos de su historia, un triunfo conseguido con esfuerzo, disciplina y, por supuesto, un portero en estado de gracia.
JMG