"Explorando el mundo a través de la pluma y la poesía"
Publicado el 3 de Diciembre de 2024
El Barça renace en Son Moix: una lección de autoridad con sabor a manita (1-5)
Hay partidos que no son meros trámites. En el fútbol, como en la vida, el honor se gana a golpe de actos decisivos, y el FC Barcelona de Hansi Flick, tras semanas de dudas, decidió en Son Moix recuperar su identidad. El Mallorca, ingenuo pero combativo, creyó por un instante que podía repetir la gesta de los últimos verdugos culés. Error. El Barça no solo ganó, lo hizo marcando territorio, como un león que despierta de su letargo.
El encuentro comenzó con un Barça serio, dispuesto a imponer su ley. Sin Lewandowski en el once inicial —quizá castigado por su apagada actuación ante Las Palmas—, Ferran Torres lideraba el ataque. Y no tardó en justificar su confianza. A los pocos minutos, el valenciano aprovechó un error garrafal de la defensa local para abrir el marcador con un toque mordido que apenas pedía permiso al destino.
Era un Barça reconocible, con Raphinha y Lamine Yamal haciendo diabluras por las bandas, mientras De Jong y Gündogan gobernaban el centro del campo. Pero el fútbol es caprichoso, y la fragilidad defensiva azulgrana volvió a hacer acto de presencia. Un desajuste en la zaga permitió a Maffeo regalar el empate a Muriqi. De repente, el Barça, como un soldado confiado, se vio herido por su propia imprudencia.
El despertar en la segunda mitad
Las palabras de Flick en el vestuario debieron ser tan contundentes como un golpe de acero contra piedra. El Barça salió decidido a recuperar el control del partido, y lo hizo con un penalti provocado por Lamine Yamal, el chico prodigio que no solo juega, sino que danza sobre el césped. Raphinha, en estado de gracia, transformó la pena máxima con la frialdad de un veterano.
El segundo gol liberó al equipo catalán. Lamine, con el descaro de los elegidos, se inventó una asistencia de ensueño con el exterior para que Raphinha anotara su segundo tanto de la noche. El brasileño, en su mejor temporada como azulgrana, ya suma 18 goles en la competición, demostrando que no solo es un jugador clave, sino un líder silencioso.
Cuando el Mallorca empezaba a bajar los brazos, llegó el vendaval. Un centro de Pau Víctor encontró a Frenkie de Jong, que, en posición de mediapunta, firmó el cuarto con un remate seco. El neerlandés, liberado de su habitual rol de arquitecto, disfrutó de la licencia para atacar y mostró una faceta más agresiva.
No satisfechos con la goleada, Pau Víctor, incansable en sus minutos finales, cerró el marcador tras un pase medido de De Jong. El quinto gol fue el epitafio de un Mallorca que, pese a intentarlo, terminó siendo una presa más del renacido león culé.
El Barça demostró que la grandeza no solo se mide en títulos, sino en la capacidad de renacer. En Son Moix, el equipo de Flick recuperó el pulso, guiado por un Lamine Yamal que juega como si el fútbol hubiera sido inventado para él, y un Raphinha que convierte la contundencia en arte.
Como un pasaje de Pérez-Reverte, esta noche en Mallorca será recordada no solo por los goles, sino por la épica. Porque, al final, el fútbol es eso: una historia donde los héroes caen, se levantan y conquistan. Y en esta ocasión, el Barça escribió un capítulo que quedará grabado en la memoria de sus aficionados.
"Al que no se rinde, nunca se le olvida ganar."
JMG