La fiesta no fue completa. El FC Barcelona levantó el título de LaLiga EA Sports en casa, con la copa entre las manos y los vítores de Montjuïc como telón de fondo. Pero lo hizo tras una derrota que dejó claro que, aunque la gloria ya estaba asegurada, aún quedaba margen para el aprendizaje. El Villarreal se impuso por 2-3 en un partido con sabor a resaca y aroma de Europa. Mientras unos celebraban, otros confirmaban su billete a la próxima Champions.

El Submarino Amarillo fue serio, eficaz y atrevido. Le hizo el pasillo al campeón y, acto seguido, le mostró los dientes. A los cuatro minutos, Ayoze Pérez aprovechó un balón filtrado por Nicolas Pépé para batir a Ter Stegen con un disparo raso al segundo palo. El Villarreal silenció el estadio olímpico y dejó claro que no estaba allí para hacer turismo.

El Barça, como tantas veces esta temporada, reaccionó desde el alma. Con Lamine Yamal al frente. El genio adolescente volvió a encender la chispa. En el minuto 38, controló un balón que venía del cielo, lo acarició con la zurda y soltó su ya característica “rosca” hacia el segundo palo. Golazo. Uno más. Otro para la colección del prodigio.

Apenas un minuto después, Fermín López interceptó un mal despeje de Foyth, y conectó una volea de zurda que sorprendió a todos, incluido el meta Júnior. En dos zarpazos, el Barça le dio la vuelta al partido. El campeón remontaba con fútbol de autor. Todo parecía encaminarse hacia una celebración perfecta.

Pero el fútbol tiene sus propios guiones. En la segunda parte, Santi Comesaña firmó el 2-2 con una deliciosa vaselina ante un Ter Stegen que midió mal la salida. El Villarreal, eficaz como un reloj suizo, volvió a golpear en su primera llegada tras el descanso. Y el Barça, algo cansado, algo disperso, no encontró la forma de recuperar el pulso.

Lo intentó Yamal de nuevo, tras una pared con Fermín, con un disparo potentísimo que Júnior logró despejar con apuros. El gol parecía rondar más el área visitante que la local. Pero fue el Villarreal quien asestó el golpe final: Tajon Buchanan, recién ingresado, cazó un centro largo que nadie despejó y marcó a placer ante un Ter Stegen que se había tropezado en la salida.

El 2-3 fue definitivo. El Barça perdió en el marcador, pero ganó en lo que vino después. Copa al aire, medallas de campeón, abrazos en la grada. El presidente Joan Laporta, acompañado de Rafael Louzán, entregó el trofeo que certifica una temporada nacional brillante: Supercopa, Copa del Rey y esta Liga que huele a transición, a futuro, a esperanza.

Mientras tanto, el Villarreal celebraba su gesta en silencio, sin estridencias pero con orgullo. El objetivo europeo está cumplido. En el templo provisional del Barça, los amarillos sellaron su pasaporte a la élite continental.

Montjuïc fue escenario de dos celebraciones cruzadas. Una con cava, otra con merecimiento. El Barça, campeón total en España. El Villarreal, equipo de Champions. Y entre ambos, un partido que fue homenaje, resaca y preludio de lo que está por venir.

JMG