"Explorando el mundo a través de la pluma y la poesía"
Publicado el 29 de Enero de 2025
El Barcelona rozó el primer puesto ante un impetuoso Atalanta, un rival pegajoso, de esos que no se rinden ni aunque los echen de casa. El equipo de Flick, con la posibilidad de liderar su grupo tras el tropiezo del Liverpool, saltó al césped de Montjuïc con la voluntad de someter a los italianos. Lo logró por momentos, se puso dos veces por delante, pero no fue suficiente para doblegar a un equipo que jugó con los dientes apretados hasta el último minuto.
Sabía el Atalanta que para sacar algo positivo de Barcelona habría que convertir el partido en una batalla. Desde el primer minuto planteó un encuentro físico, con una presión asfixiante que incomodó a los azulgranas. Al Barcelona le costó hacer su juego, encontrar a sus peloteros en la media, y cuando lo hizo, faltó colmillo para cerrar la faena. Fue un duelo de desgaste, un pulso en el que el equipo de Bérgamo, incluso con diez tras la lesión de Scalvini, demostró por qué es un hueso en la Serie A.
El primer golpe lo dio Lamine Yamal. Un pase quirúrgico de Raphinha dejó al joven delantero solo ante Carnesecchi. Sorteó al portero con frialdad y definió con la clase de los elegidos. Pero el Atalanta no se arredró y, al filo del descanso, Ederson aprovechó un error en la marca para fusilar desde la frontal.
En la reanudación, el Barcelona intentó imponer su juego. Araujo, imperial en el juego aéreo, adelantó de nuevo a los suyos con un testarazo tras un córner bien ejecutado. Parecía que los azulgranas encarrilaban la victoria, pero la historia de este equipo en los últimos tiempos no permite concesiones al optimismo. Pasalic, con la astucia del viejo zorro de área, aprovechó un desajuste defensivo para poner el definitivo 2-2.
Los últimos minutos fueron un monólogo azulgrana. Flick movió fichas, entraron Cubarsí para dar solvencia atrás y Félix para agitar el ataque. El asedio fue constante, con córners encadenados, llegadas por banda y un Raphinha omnipresente. Pero el Atalanta resistió con la fiereza de quien se juega la vida en cada balón.
El pitido final dejó un regusto amargo. El Barcelona tuvo el primer puesto en la mano y lo dejó escapar. Sin embargo, la fase de grupos ha sido notable, mucho más de lo que se esperaba hace unos meses. Ahora, con el cruce de octavos en el horizonte, queda la sensación de que este equipo, si aprende a cerrar los partidos, puede aspirar a algo más que a la simple supervivencia europea.
JMG