"Explorando el mundo a través de la pluma y la poesía"
Publicado el 5 de Enero de 2025
El FC Barcelona arrancó el 2025 como se espera de un club de su talla, con seriedad y contundencia. La goleada por 0-4 ante el Barbastro no solo sirvió para sellar su pase a los octavos de final de la Copa del Rey, sino que dejó un mensaje claro: los de Hansi Flick han decidido que el año nuevo no les encontrará con las dudas del final de 2024.
Tras un parón navideño que permitió al técnico alemán ajustar piezas y revitalizar a un vestuario golpeado por las críticas, el Barcelona regresó al ruedo con una actitud encomiable. No hubo concesiones ni pereza ante un rival de Segunda Federación. Al contrario, el cuadro azulgrana mostró esa intensidad que había desaparecido en los últimos compases del año anterior.
El primer tanto, obra de Eric García en el minuto 21, llegó tras una jugada ensayada y una oleada de centros que comenzó a poner nerviosa a la defensa local. Lo de García fue más que un gol: fue una declaración de intenciones, un recordatorio de que este equipo también sabe imponerse en el fútbol aéreo cuando el césped, irregular y castigado por el invierno, no permite el juego raso y elaborado.
El delantero polaco, criticado por una sequía goleadora que comenzaba a resultar preocupante, decidió que era el momento de romper con la mala racha. Dos tantos, uno al filo del descanso y otro apenas iniciado el segundo tiempo, le devolvieron la sonrisa y recordaron al mundo que Lewandowski sigue siendo un delantero de élite. El segundo gol, fruto de una combinación al primer toque, fue una muestra de manual de lo que debe ser el juego directo: rapidez, precisión y contundencia.
Si algo ilusionó al barcelonismo fue volver a ver sobre el terreno de juego a Ronald Araújo. Seis meses después de su lesión, el central uruguayo volvió a comandar la zaga con la solvencia y el liderazgo que le caracterizan. Sus primeros minutos fueron una sucesión de buenos cortes y anticipaciones que dejaron claro que, pese al tiempo de inactividad, Araújo sigue siendo una pieza clave en el engranaje defensivo de Flick.
El único momento de tensión en un partido plácido llegó con el golpe cabeza con cabeza entre Iñigo Martínez y el local Jaime Ara. El jugador del Barbastro tuvo que ser evacuado en camilla, aunque afortunadamente consciente. Fue un recordatorio de que, pese a la diferencia de categoría, la Copa es un torneo donde todos se juegan mucho, incluso la integridad física.
Con el resultado encarrilado, Flick dio entrada a los canteranos Sergi Domínguez y Toni Fernández, en lo que pareció un ensayo general de cara al futuro sin Dani Olmo, cuyo culebrón con la inscripción sigue sin resolverse. Además, la entrada de Ansu Fati refrescó el ataque y pudo haber aumentado la goleada, de no ser por algunas intervenciones acertadas del meta local Arnau Fàbrega.
Con esta victoria, el Barcelona recupera el pulso competitivo y gana confianza para afrontar los próximos retos, empezando por la Supercopa de España. Después de perder el liderato liguero en el último minuto de 2024 ante el Atlético de Madrid, los de Flick saben que no hay margen de error. Si la victoria ante el Barbastro sirve como indicativo, este equipo está decidido a que 2025 sea su año.
En el horizonte, la posibilidad de volver a levantar títulos. De momento, el primer paso ya está dado: un triunfo serio, trabajado y necesario.
JMG