"Explorando el mundo a través de la pluma y la poesía"
LA GESTA DE JORGE MARTIN
Publicado el 17 de Noviembre de 2024
Hay días que nacen para la historia, y hoy, en Montmeló, el rugido de los motores no solo marcaba el final de una temporada, sino el clímax de una batalla escrita en el asfalto. Desde las gradas, entre el bullicio de 50.000 almas y el aroma del caucho quemado, he podido ser testigo de cómo Jorge Martín se alzaba con el título que llevaba diez años persiguiendo, como un navegante obstinado que nunca pierde de vista el faro.
Allí abajo, "Martinator" enfrentaba no solo a sus rivales, sino a una década de esfuerzo, caídas y cicatrices. En el mismo circuito donde, hace dos años, reconstruyó su cuerpo roto, hoy reclamó el lugar que le correspondía. Su título no llegó por accidente, sino porque desde el primer metro supo cómo mantener la cabeza fría en medio de la tormenta.
Frente a él, "Pecco" Bagnaia, un coloso de Ducati con once victorias en su haber, dominaba como un emperador. A su lado, Marc Márquez, el viejo gladiador que nunca deja de desafiar a los dioses. Pero Martín no necesitaba aplastar a sus enemigos; solo tenía que mantener el rumbo, firme, calculador, imperturbable. Como un estratega que conoce cada movimiento del tablero, aguantó, esperó y cruzó la meta con el bronce que brillaba como el oro más puro.
La carrera fue un reflejo de lo que ha sido su temporada: meticulosa, brillante, y sin concesiones. Desde la primera curva, su determinación fue una constante. Ningún roce, ningún fallo, nada que permitiera al destino jugarle una mala pasada. Con la cabeza fría y el corazón ardiendo, llevó su Ducati al podio, mientras el público contenía la respiración.
Cuando todo terminó, se vieron en su rostro al quitarse el casco, lágrimas, no de debilidad, sino de quien ha sobrevivido a la tormenta y ha llegado, al fin, a puerto. "Esto es para los míos", dijo. Y en ese momento, supimos que no hablaba solo de su equipo, sino de todos los que le siguieron en este viaje.
Bagnaia, en su grandeza, lo reconoció: "Hoy es su día. Se lo merece". Incluso Marc Márquez, eterno competidor, dejó escapar una sonrisa cargada de respeto. Porque esto no fue solo una carrera, fue el cierre de un capítulo escrito con sangre, sudor y velocidad.
Hoy, Jorge Martín se convierte en el quinto español en conquistar el Olimpo de MotoGP, y no podría haber elegido un escenario mejor. Montmeló, donde todo comenzó, fue también el lugar de su consagración.
Mientras el sol se ocultaba tras las montañas y los motores apagaban su canto, me quedé un momento más en las gradas, viendo cómo el mundo reconocía a su nuevo campeón. Hay días que no se olvidan, y esta gesta, la de un hombre que desafió al destino y venció, es uno de ellos. Montmeló nunca volverá a rugir igual.
JMG