"Explorando el mundo a través de la pluma y la poesía"
HACER HISTORIA
Publicado el 16 de Marzo de 2025
En el periodismo deportivo la expresión "hacer historia" se repite hasta el abuso, pero lo vivido este domingo en Termas de Río Hondo escapa a los clichés gastados. No fue solo una carrera: fue un capítulo de epopeya, un testimonio de grandeza, una reivindicación de que hay un piloto al que no se le puede entrar antes de tiempo.
Marc Márquez, el hombre que alguna vez gobernó MotoGP con mano de hierro, ha alcanzado hoy la mítica cifra de 90 victorias. Ángel Nieto, que se nos fue demasiado pronto, seguro habría sonreído viendo cómo otro español igualaba su récord. Por delante, en el Olimpo, solo quedan Agostini (122) y Rossi (115). Pero si alguien cree que Marc va a conformarse con el bronce, no ha prestado atención a su carrera.
Y como si la historia se empecinara en subrayar que estamos viviendo una era irrepetible, lo ha hecho acompañado de su hermano Álex, el único rival que parece capaz de aguantar su ritmo. Cuatro carreras en este 2025, cuatro resultados idénticos: primero Marc, segundo Álex. Si hay alguien que pueda romper esta jerarquía, aún no ha aparecido.
La carrera comenzó con un sobresalto. Marco Bezzecchi probó el asfalto demasiado pronto, dejando claro que en este circuito no hay margen para el error. Los Márquez aprovecharon el caos para escaparse sin miramientos. Álex tomó el mando tras un fallo de Marc en la recta de meta, pero si alguien pensó que eso era un síntoma de debilidad, no tardaría en recibir su respuesta.
A medida que pasaban las vueltas, el líder del Mundial midió con precisión quirúrgica cuándo lanzar su ataque. Primero, un aviso: un latigazo de su Ducati que a punto estuvo de lanzarlo al suelo. Ni se inmutó. Siguió pegado a su hermano como un depredador al acecho. Cuando faltaban siete vueltas, hizo el primer intento. Álex, que ya ha aprendido que las victorias contra su hermano no se regalan, se lo devolvió con la misma moneda.
El duelo no era una cuestión de estrategia. Era una cuestión de orgullo. Y si hay algo que define a Marc Márquez, además de su talento, es su absoluta falta de piedad en la pista. A cinco vueltas del final lanzó el hachazo definitivo y puso la directa hacia la victoria. En la pizarra de su caja, una palabra podría haber resumido la escena: inevitable .
Mientras en cabeza los hermanos se disputaban el honor de la familia, detrás se libraba otra batalla. Franco Morbidelli, con neumático blando, sorprendió a propios y extraños manteniéndose en el podio ante el acoso de Pecco Bagnaia. El italiano, bicampeón del mundo, está viendo cómo su trono tambalea con cada victoria de Márquez. Su tercer puesto en Tailandia ya fue un aviso. Hoy, sin podio, se ha convertido en una evidencia.
Los números no engañan: Marc Márquez ya le saca 31 puntos en la clasificación general. Y la siguiente parada es Austin, su territorio predilecto. Si Ducati esperaba contener a su nuevo fichaje, ha llegado el momento de admitir que no han fichado a un piloto: han fichado a un conquistador.
La carrera dejó otros titulares. Fabio Di Giannantonio arrebató la quinta posición a Johann Zarco en la última vuelta, demostrando que todavía hay espacio para la osadía entre tanto dominio de los Márquez.
Pero el nombre más polémico del día fue Ai Ogura. El rookie japonés construyó una remontada espectacular del 15º al 8º… solo para ser descalificado horas después por usar un software no homologado. Cosas de este campeonato: aquí las victorias cuentan, pero las reglas pesan aún más.
Con esta sanción, Pedro Acosta y Joan Mir ganaron una posición, terminando octavo y noveno. Entre el resto de españoles, Álex Rins fue 11º, Maverick Viñales 12º, Raúl Fernández 15º y Fermín Aldeguer, 16º.
Porque lo visto en Argentina no es solo una victoria más. Es una declaración de intenciones. La historia no solo se escribe con números, sino con gestas. Y Marc Márquez, con la 90 en el bolsillo, tiene claro que no ha venido a Ducati a ser uno más. Ha venido a reclamar lo que es suyo.
Nos vemos en Austin. Y a los demás, que Dios los pille confesados.
JMG