INVENCIBLE EN MOTORLAND
Publicado el 8 de Junio de 2025
Todo lo hace redondo Marc Márquez. Todo. Como si el guion del Mundial estuviera escrito con la precisión de un reloj suizo y la tinta de la épica. Hoy, en Motorland, el ocho veces campeón del mundo volvió a ser ese piloto que parece salido de otro tiempo: el que no da opción, el que convierte lo imposible en rutina. El 93 firmó su 92ª victoria mundialista en casa, con su gente, con el sol cayendo a plomo sobre el asfalto aragonés y más de 50.000 almas entregadas. Y yo, que tuve el privilegio de estar allí, puedo decir que fue una de esas jornadas que no se olvidan.
Lo vi. Desde la grada, desde el paddock, desde cada curva donde Marc escribía historia. Lo vivimos todos. Y supimos, ya en la primera frenada, que aquello estaba sentenciado.
Cuando se apagó el semáforo, el rugido de las Ducati explotó en la recta, pero fue Márquez quien trazó primero la curva uno. Y ahí terminó la carrera. Desde ese momento, lideró cada vuelta con autoridad y temple. Sin prisas. Sin errores. Administrando una ventaja que fue creciendo sin que nadie pudiera evitarlo. Àlex Márquez, en una actuación inmensa, resistió el acoso de ‘Pecco’ Bagnaia para conservar un podio que vale su peso en dignidad, mientras su hermano mayor se escapaba hacia la historia.
Marc no solo ganó. Humilló al crono. Rodó 36 segundos más rápido que en su triunfo de 2023, y se permitió el lujo de marcar la vuelta rápida de carrera en el antepenúltimo giro (1:46.705), como si quisiera dejar claro que “si no he ganado por más, ha sido porque no me ha dado la gana”. El de Cervera está en un momento de forma extraordinario, físico y mental, y lo sabe. Lo disfruta. Lo impone.
Ya son 92 victorias en Grandes Premios. Y lo más poético de todo es que ahora solo le queda una para alcanzar la mágica cifra: la 93, su número, su marca, su destino. ¿Será en Mugello, en casa de Bagnaia? ¿Será en el corazón de Italia, con todo en contra y la gloria por delante? Que nadie lo dude: Marc lo quiere así.
Motorland fue hoy más que un circuito: fue una fiesta. Fue el altar del deporte español. Entre la victoria de Carlitos Alcaraz en París y el desparpajo de Lamine Yamal en Alemania, Márquez volvió a comandar la vanguardia de los nuestros con un triunfo que emocionó hasta las lágrimas. Su madre, Roser Alentá, lo vivió desde el box, llorando y aplaudiendo como cada vez que Marc hace historia. Y todos los que estábamos allí —periodistas, aficionados, técnicos, curiosos— sabíamos que estábamos viendo algo irrepetible.
“No podía fallar. Lo dije ayer: cuando dominas todas las sesiones, tienes la obligación moral de ganar. Y más aquí, en casa, delante de los nuestros”, declaró Marc tras la carrera, aún con el sudor mezclado con la euforia. “Àlex y Pecco han estado fuertes, me han exigido, pero siempre los tuve controlados. Lo más bonito de todo: compartirlo con los fans y la familia. Esta victoria es de todos.”
La carrera también confirmó que Àlex Márquez ya no es solo “el hermano de”. Resistió con categoría el empuje de un bicampeón como Bagnaia y volvió a subirse al podio con una solidez que impresiona. “Marc está por delante de todos, eso lo sabemos, pero lo importante es seguir su rueda, no dejarle escapar demasiado”, dijo con humildad y hambre. Y uno no puede dejar de pensar que, si esto sigue así, los Márquez pueden hacer historia juntos.
Hoy, Alcañiz ha sido testigo de un día legendario. Y yo, que tuve la suerte de estar allí, puedo decirlo con rotundidad: Marc Márquez está más vivo que nunca. No vuelve. Ha vuelto. Y si el destino quiere que la victoria 93 llegue en Mugello, que se prepare Italia. Porque el 93 cabalga directo hacia la eternidad.
JMGH