MARQUEZ AMPLIA SU VENTAJA
Publicado el 29 de Junio de 2025
El templo de Assen volvió a rendirse al rey del momento. En ‘La Catedral’ del motociclismo, donde se mezclan la historia, el rugido y la fe, Marc Márquez firmó otra página inmortal. Triunfó con el coraje de los grandes y la sangre fría de los elegidos. En un domingo de contrastes —donde la gloria del mayor se cruzó con la caída dolorosa del hermano menor— el Mundial parece empezar a inclinarse, sin ambages, hacia un nombre: Marc Márquez Alentà.
Lo hizo todo. Se levantó de dos caídas el viernes, una con una dolorosa contusión en el tríceps izquierdo y compresión del nervio cubital, y aun así dominó el sábado al sprint. Pero fue el domingo donde, una vez más, se impuso como emperador de la categoría reina. Salió cuarto, sí. Pero bastaron dos vueltas para que la parrilla supiera que había un solo dueño en los Países Bajos.
Cuando se apagaron los semáforos, fue Bagnaia quien tomó la iniciativa. Detrás, Àlex Márquez se pegó como una sombra noble, con hambre de repetir el podio de Mugello. Quartararo se diluyó, y Marc, desde atrás, afilaba su mirada.
En la segunda vuelta, el 93 ya era segundo. En la quinta, con una maniobra quirúrgica en la última curva, se hizo con la cabeza de carrera. A partir de ahí, el guion estaba escrito. Un guion suyo, sin concesiones, sin sorpresas, sin resquicios. Sólo Bezzecchi, valiente y fino, fue capaz de seguirle el rebufo con dignidad.
Pero no todo fue triunfo. En el giro siguiente, Àlex Márquez se fue al suelo tras tocar la rueda de Pedro Acosta. Un gesto involuntario, una mala suerte que lo envió al suelo, directo a la enfermería. Fractura del segundo metacarpiano de la mano izquierda. Paso por quirófano. Dolor. Frustración. Y en el box del Gresini Ducati, el silencio heló el ambiente mientras su hermano, sin saberlo, escapaba en la punta.
Marc no lo celebró con euforia desbordada. Sabía que la victoria tenía un coste. Un precio que no se mide solo en puntos.
Con este triunfo, el 93 firmó su 68ª victoria en MotoGP, igualando al legendario Giacomo Agostini como el segundo piloto con más victorias en la historia de la categoría reina. Solo queda uno por delante: Valentino Rossi. La comparación ya no es futura. Es presente.
Y lo logró con estilo, firmeza y cabeza. Bezzecchi y Bagnaia cerraron el podio. Acosta terminó cuarto, Viñales fue quinto y Raúl Fernández volvió a puntuar con un sólido octavo lugar. Aleix Espargaró fue decimosexto, mientras que Mir y Aldeguer no terminaron tras un accidente en la parte final.
Con la caída de Àlex, Marc Márquez se escapa aún más: 307 puntos en su cuenta, 68 de ventaja sobre su hermano, y 126 sobre un Bagnaia cada vez más resignado. El Mundial se inclina. El cetro se acerca. El noveno título, el de la leyenda total, empieza a vislumbrarse en el horizonte.
“Esta victoria tiene un sabor agridulce, porque Àlex no merecía esa caída. Pero toca seguir, porque esto aún no ha acabado”, declaró Marc, con la mirada puesta ya en el próximo desafío. Como un campeón que no se permite descansar, ni celebrar del todo.
Bajo el cielo holandés, con el viento acariciando la historia, el 93 escribió otro capítulo inmenso. Y aunque la caída de Àlex tiñó de gris la jornada, el Mundial ya tiene un dueño cada vez más claro. Se llama Marc Márquez. Y está haciendo historia, a cada curva.
JMGH