MARQUEZ INVENCIBLE EN SACHSENRING
Publicado el 13 de Julio de 2025
Marc Márquez celebró su Gran Premio número 200 en MotoGP con una victoria incontestable, de las que no dejan resquicio ni dudas. Fue un monólogo en su circuito talismán, ese Sachsenring que le pertenece como los anillos a los reyes de las leyendas. Doce domingos ganadores en quince visitas mundialistas. Y el de este año, más simbólico que nunca: sobre asfalto seco, en una carrera de supervivencia, con apenas diez pilotos cruzando la meta… y él, el de Cervera, como un martillo pilón que jamás afloja.
El 93, que avanza con paso firme hacia su noveno título, como si cada curva fuera un paso en una coronación inevitable, aventajó a su hermano Álex en más de seis segundos después de 30 vueltas sin una sola mácula. Es líder con 83 puntos sobre su perseguidor más inmediato —más de dos fines de semana de ventaja— cuando el campeonato llega a su ecuador. El Mundial, visto para sentencia, vuelve a tener dueño.
En su GP 200, Márquez subrayó lo que ya sabíamos: que estamos ante el piloto más influyente de la era moderna. Una victoria de cada tres carreras. Podio en más de la mitad de sus participaciones. Ya suma 69 victorias, 120 podios y 73 ‘pole position’ en la categoría reina. Y todo apunta a que esa cuenta no ha hecho más que empezar a engordar con la Desmosedici GP de Ducati, la máquina que solo él parece saber llevar al límite.
Ya ha superado a Agostini en triunfos de la clase reina (68) y pone rumbo directo a Valentino Rossi, el más laureado con 89. El único rival que Marc tiene ahora mismo es su sombra, su ambición, su disciplina.
“Venimos de tres victorias, ya van cuatro seguidas, y no hay margen para relajarse. Cuando me he equivocado ha sido por confiarme. Aunque tengo margen, prefiero pensar que no tengo ninguno. Así sigo alerta”, confesó el campeón tras la carrera, con esa mezcla de humildad estratégica y hambre de eternidad que le define.
El fin de semana fue una batalla contra los elementos. Agua, viento, caídas. Sólo 18 pilotos en parrilla y 10 en meta. Maverick Viñales y Morbidelli no resistieron el viernes. Bastianini ni siquiera viajó por una apendicitis. La primera curva del trazado sajón —más pista de patinaje que circuito— dejó fuera a media parrilla. Pero ajeno al caos, Márquez hizo una carrera-resistencia perfecta. Como un metrónomo afilado, midió cada vuelta con precisión quirúrgica y al llegar al ecuador, ya lideraba con 2.5 segundos de ventaja.
Di Giannantonio rozó el milagro: estaba firmando su mejor carrera del año con el VR46 Ducati cuando se fue al suelo en la curva 1. Le siguió Bezzecchi, tres vueltas después. Y de pronto, el podio quedó despejado.
Álex Márquez, que cumplía su GP número 100 en MotoGP, regresó al podio con una meritoria segunda plaza pese a correr con una fractura en el dedo índice izquierdo. Superó a Bagnaia, el teórico número uno de Ducati, que otra vez se quedó sin respuestas ante la dictadura de los Márquez.
En el box, entre abrazos con su padre Julià, los hermanos celebraron otro doblete. Pero también miraron al cielo. El podio fue para Borja Gómez, el joven murciano fallecido la semana pasada en Magny-Cours. “Hoy corrimos por él. Este triunfo es suyo”, dijeron al unísono.
Siete victorias los domingos. Diez en las ‘sprint’. Ocho triunfos seguidos contando ambos formatos. Nadie le sigue el ritmo. Nadie ve siquiera su silueta. Ni los números, ni las estadísticas, ni los rivales: Marc Márquez corre en otra dimensión. Y en Sachsenring, su circuito fetiche, dejó claro que el título ya tiene forma, rostro y nombre.
Gigi Dall’Igna, el arquitecto silencioso de Ducati, ni siquiera necesitó viajar a Alemania. Celebró en casa su cumpleaños sabiendo que su obra magna estaba en buenas manos. Márquez ha hecho de la Desmosedici una extensión de su cuerpo. La monta como nadie. La domina como si fuera suya. Porque lo es.
Doscientos grandes premios después, Marc sigue ganando con la pasión de siempre.
En Sachsenring, entre la lluvia y la ruina de los demás, él bailó sobre el filo. Y lo hizo con elegancia, con contundencia, con hambre. Es el señor del anillo. Y el trono está cada vez más cerca.
JMGH