"Explorando el mundo a través de la pluma y la poesía"
En Torrefarrera, diciembre despierta,
con su manto de niebla, su frío sincero,
y las calles, que al alba parecen desiertas,
se llenan de luces y cantos viajeros.
Las campanas resuenan en la plaza pequeña,
anunciando en su eco la dulce llegada,
y el viento, que arrastra el olor a leña,
acaricia los tejados de noche estrellada.
Los niños dibujan sus sueños al fuego,
mientras ríen, ajenos al tiempo que pasa,
y el portal en la iglesia, humilde y sincero,
es un rincón de fe que nunca se cansa.
Las mesas se visten con manteles añejos,
heredados de abuelas que nunca se olvidan,
y entre copas que brindan, brillan los reflejos
de los rostros que cuentan historias vividas.
En cada rincón hay un gesto sencillo,
una mano que ofrece, un abrazo sin prisa,
y en el aire se escucha, como un estribillo,
un villancico alegre que al alma desliza.
Porque aquí, en este pueblo de tierra callada,
la Navidad no es solo un adorno fugaz,
es un tiempo que envuelve con su alborada
la promesa de paz que nunca se va.
Y así, en Torrefarrera, bajo el cielo infinito,
las estrellas guiñan su luz en concierto,
como faros que alumbran el camino bendito
hacia un nuevo año, más cálido y cierto.
Diciembre 2024